Técnicas Artesanales
Cestería en Totora
La totora, planta acuática de la familia Typhaceae, ha sido de gran utilidad para las comunidades humanas desde tiempos prehispánicos, así ya en el 5.000 A.C., la cultura Chinchorro, en lo que hoy es la región de Arica y Parinacota, ya empleaba la totora para diversos usos tanto domésticos como rituales. Quizás el uso más espectacular de la totora es el que aún persiste en el lago Titicaca en el altiplano de Perú y Bolivia, donde con esta fibra vegetal se construyen barcos e incluso islas flotantes en las que los Uros desarrollan su vida cotidiana.
La flexibilidad, resistencia y tamaño de la planta ha significado que su uso se haya mantenido en el tiempo y con muchos usos. Quién no se ha sentado en una silla de totora!
En Chile, el uso de la totora está arraigado en la tradición de la zona norte y centro del país, donde se confeccionan principalmente esteras en rollo para cierres o terrazas y canastos de diversos tamaños y formas. Sin embargo, como en toda disciplina, en artesanía también hay maestros que van más allá, perfeccionando la técnica para lograr piezas que destacan sobre las demás.
Este es el caso de Graciela Castillo, quién durante su vida se dedicó a la artesanía en totora trenzando y torciendo finas hebras de totora, que ella misma cosechaba de humedales de la ciudad de La Serena, logrando piezas de delicado acabado y con finos detalles, que rompen con lo habitual de la cestería en totora que en general es de fibras gruesas y por lo mismo de un acabado más rústico.
Afortunadamente este legado en el manejo de esta técnica compleja, la transmitió a su hija Marta Godoy, quién mantiene vigente esta artesanía que se ha convertido en un ícono de la identidad cultural de La Serena y la región de Coquimbo
Otro reconocido artesano en totora y que coincidentemente también es de La Serena, es don Antonio Calfuñanco, quién se ha especializado en el trabajo en esta fibra, la que teje para crear verdaderas esculturas de figuras humanas y animales de distintos tamaños, dando un uso ornamental a la totora con interesantes resultados .
El Proceso
La primera etapa del trabajo artesanal en totora consiste en la recolección de la planta que crece de forma silvestre en humedales de zonas costeras del centro y norte del país. El material recolectado se deja a secar al sol, proceso en el que la fibra se pone más rígida aunque mantiene flexibilidad para el trabajo de torcido y trenzado. Los tallos según su nivel de maduración adquieren distintos colores que van del verde al café.
El material ya seco se junta en gavillas, la que se almacenan en bolsas para que no pierda demasiada humedad y conserve la ductilidad que permite realizar el trenzado y torcido. Luego la fibra se corta en tiras y se trenza en un cordón que será la base del tejido.
Existen diferentes grosores de cordón, dependiendo de la pieza que se quiera construir, y la resistencia que requiera tener. Para construir las piezas se entrelaza en trenzas con la totora natural.
También se emplean moldes rígidos en el proceso de tejido, y cuando las piezas son muy grandes, se le agrega una estructura de fierro que le da la rigidez sin notarse, como es el caso de baúles y armarios.
Antiguamente la totora se utilizaba para crear piezas utilitarias de tamaño considerable, como aparejos de burro o canastos que servían para guardar en las casas todo tipo de cosas. Confeccionar una pieza pequeña toma más o menos dos días y medio, ya que el proceso es lento; eso ha ocasionado en parte que la técnica esté desapareciendo.